En esta entrada voy a tratar los principales aspectos moleculares en la formación de un cáncer. El término cáncer se aplica a un grupo de enfermedades en
las que las células crecen anómalamente y forman un tumor maligno. Las células
malignas pueden invadir los tejidos cercanos y metastatizar, que es la
capacidad de las células para viajar a otros lugares del cuerpo, donde
establecen áreas secundarias de crecimiento. Este patrón aberrante de
crecimiento es consecuencia de mutaciones de los genes que regulan la
proliferación, la diferenciación y la supervivencia de las células en un
organismo multicelular. Debido a estos cambios genéticos, las células
cancerosas ya no responden a las señales que gobiernan el crecimiento de las
células normales.
"FORMACIÓN DE UN CÁNCER" |
Los genes implicados en la producción del cáncer se
clasifican en oncogenes y genes supresores de tumores. Los oncogenes son
derivados mutados de genes normales (protooncogenes), cuya función es promover
la proliferación o la supervivencia celular. Estos genes pueden codificar
factores de crecimiento, receptores de factores de crecimiento, proteínas de
transducción de señales, quinasas intracelulares y factores de transcripción.
El proceso de transformación en una célula maligna puede comenzar con una
mutación de ganancia de función en una única copia de un protooncogén. Al
proliferar la célula mutada, pueden producirse otras mutaciones. Los genes
supresores de tumores, que son los genes supresores del crecimiento normal,
codifican proteínas que inhiben la proliferación, promueven la muerte celular o
reparan el ADN; ambos alelos del dicho gen necesitan inactivarse para la
transformación, lo que cursa con una pérdida de función. Los genes supresores
del crecimiento se han denominado guardianes de la célula, el ejemplo más claro,
de este tipo de genes es el P-53 que es denominado el guardián del genoma.
El crecimiento normal de la célula depende de la regulación
equilibrada de la progresión del ciclo celular y de la apoptosis (muerte
celular programada) por protooncogenes y genes supresores de tumores. En los
puntos de control del ciclo celular los productos de los genes supresores de
tumores enlentecen el crecimiento en respuesta a señales del entorno de la
célula, incluyendo los factores externos de inhibición de la proliferación o
para dar tiempo para reparar el ADN dañado o en respuesta a otras
circunstancias adversas de las células. De otra forma, las células con el ADN
dañado son dianas de la apoptosis de forma que ya no proliferarán. Muchas rutas
que estimulan la proliferación que implican a protooncogenes, y los controles
de inhibición del crecimiento que implican diversos genes supresores de
tumores, convergen para regular la actividad de algunas proteínas quinasas
clave, estas son, las quinasas dependientes de ciclina. Estas quinasas
controlan la progresión en puntos específicos del ciclo de proliferación
celular. La apoptosis se inicia por activación del receptor de muerte o por
señales intracelulares que conducen a la liberación de la proteína mitocondrial
citocromo c.
Las mutaciones del ADN que dan lugar al cáncer pueden ser
hereditarias o producidas por cancerígenos químicos, radiación, virus y por
errores de replicación que no son reparados. Una población celular debe
acumular muchas mutaciones para transformarse en células malignas.
FUENTES:
- Nelson David L, Michael M Cox; “Lehninger: Principles of Biochemistry”; 5ªed, Ed. Omega Medici (2009).
- Smith C, Marks AD, Lieberman M; “Bioquímica Básica de Marks: un enfoque clínico, biología molecular del cáncer”; 2ªed, Ed. Macgraw-Hill (2005).
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